Nos levantamos con la expectativa de encontrarnos
con ballenas jorobadas. A las nueve menos cuarto hemos quedado en el Ilha Blue,
el único centro que realiza este tipo de
excursiones en Ilha de Mozambique (anunciado en Tripadvisor). Lo gestionan unos
anglo-australianos, que son los que nos reciben. Son una pareja que tras llevar
15 años en Alice Spring trabajando con los aborígenes, y ya con 52 años,
decidieron dar un cambio radical a sus vidas y buscar un lugar en África donde
vivir y montar un negocio que les permitiera interactuar con la gente local.
Así, después de dar algunas vueltas, llegaron a Ilha de Mozambique y decidieron
que ese era el lugar donde instalarse. Hace 6 años que llevan el negocio,
aunque empezaron muy poco a poco y ahora están ofreciendo nuevos servicios,
entre ellos el Whale watching, desde hace poco más de un año.
En el local nos dan un montón de información acerca
de las ballenas. Nos cuentan que no son expertos y que hace poco tiempo que
están en esto, pero que hace unos días estuvieron en un congreso mundial sobre
ballenas en Sudáfrica y que vinieron encantados. Resulta que en el lugar donde
estamos es uno de los sitios privilegiados elegidos por las ballenas que suben
de la Antártida a reproducirse y tener sus crías y éste concretamente, no ha
sido nunca investigado. Además, es un lugar con unas características especiales
porque hay muy poco turismo todavía y se puede analizar la influencia de éste
sobre la población de ballenas. Nos cuentan que hay una página web donde la
gente envía las fotos de las ballenas (sobre todo de la cola que es su huella
de identidad), con el lugar y la fecha donde la tomaron y de esa forma un
programa informático realiza una búsqueda y se puede realizar un seguimiento de
las ballenas viendo donde se encuentran en cada momento.
Las ballenas viven unos 60 años y comienzan su
pubertad con 4 o 5. La gestación dura 11 meses y únicamente se alimentan en el
tiempo que están en la Antártida (un poco más de la mitad del año) allí se
alimentan a base de Crill, un pequeño crustáceo que filtran del agua para
ingerirlo. Las ballenas actúan en manada para alimentarse de forma cooperativa
y lo que hacen es agrupar la población de crill con movimientos natatorios y
cuando la tienen en poco espacio, abren la boca todas a la vez y se los comen
mediante filtración. No tienen dientes, así que su alimentación es
exclusivamente a base de crill. En el tiempo que pasan en la Antártida tienen
que preparar las reservar de grasas para el resto del año porque cuando viajan
a las zonas cálidas para aparearse y criar, no se alimentan. En las zonas
cálidas pasan de 4 a
6 meses. Este tiempo es el de máxima actividad, ya que los machos se pelean
para atraer a las hembras y las hembras paren y pasan el resto del tiempo
enseñando a sus crías a sobrevivir y alimentándolas. Viajan todas las ballenas
juntas, también los jóvenes, machos y hembras, y pasan el tiempo en estas aguas
dedicadas a sus múltiples actividades. Es un momento muy bueno para otear a las
ballenas ya que están muy activas. Están, además, muy cerca de la costa para
proteger a las crías de los posibles depredadores y buscar zonas poco profundas
donde poder descansar. Las ballenas no tienen depredadores naturales, pero sus
crías si: las orcas.
El viaje lo hacemos en dhow, un barco precioso de
madera de los que los locales usan para pescar. Nos acompaña Peter y en el
barco están el capitán y 3 marineros, todos ellos harán falta en las faenas del
barco porque todo el trabajo del velero es muy “manual”, levantando la vela a
pulso con un sistema de poleas muy rudimentario.
Hace un día agradable y soleado, pero se ha
levantado bastante viento. En frente de la Ilha de Mozambique están las
pequeñas islas de Goa y de Cobra, que no tienen más de 2 km de largo y están
deshabitadas. Estas dos islas hacen de barrera al mar para la isla de
Mozambique, haciendo que las aguas en esta zona sean más tranquilas. El
comienzo del viaje es tranquilo y relajado y lo disfrutamos de lo lindo volando
sobre un mar tranquilo; como hace viento la barca va a toda velocidad.
Pero
cuando nos acercamos a la isla de Goa, el mar se empieza a embravecer y
nosotras, como consecuencia, a marear…. Brrrr…. Además, parece que se acerca
una tormenta, así que el capitán decide acercarse a la isla para dejar que pase
y volver a alta mar. En este tiempo que dejan el barco parado, éste se bandea
de un lado a otro en un mar cada vez más embravecido y nuestro estómago empieza
a protestar de lo lindo….
Pasa la tormenta sin dejar rastro, así que salimos
a alta mar en busca de las ballenas jorobadas. A pesar de que se ven muchas a
lo lejos, hoy parece que están más tímidas y no tienen ganas de acercarse, así
que tenemos que recorrer varias millas antes de ver alguna más de cerca. Eso
significa mar cada vez más bravo y mareo cada vez más intenso….. Por fin se
dejan ver un poco más de cerca y disfrutamos unos minutos de estos increíbles
animales… qué espectáculo de la naturaleza!
Pero tanto movimiento y excitación
nos pasan factura y nos acaban de fastidiar y terminamos las dos echando la
pota por la borda…. Qué rabia! Los marineros, como ya hemos visto las ballenas
y nos ven tan mal, deciden recoger la vela e ir con el motor hasta la isla
donde vamos a tomar un lunch.
En el camino de vuelta alucinamos con unas
pequeñísimas casquinhas, las barcas más pequeñas que usan para pescar y en la
que solo cabe una persona. Van tres barquitas una detrás de otra y los pobre
pescadores luchan contra el fuerte oleaje remando con una mano mientras con la
otra achican el agua que entra al barco… es un sufrimiento verlos como trabajan
y lo lejos que están todavía de tierra firme… increíble lo que pueden soportar
esta gente. Peter nos dice que muchos de ellos acaban perdidos en alta mar… que
pena… como se aventuran a ir con estas barcas tan adentro!
La vuelta dura, pero una vez en la isla, el amarre
del barco se hace eterno!! Como el mar está tan bravo es difícil manejar un
barco tan grande y dejarlo cerca de la orilla, pero al final lo consiguen y
podemos bajar del barco por fin a tierra firme! Aunque nos encontramos fatal,
en unos minutos mejoramos, es curioso lo rápido que se pasan los mareos de mar
cuando pisas tierra firme.
En el centro de la isla hay un faro hasta el que paseamos
y subimos para avistar más ballenas con un telescopio. Las vistas son
espectaculares!
Gemma no se acaba de recuperar, porque además de
los mareos del barco, esta mañana ha comenzado con una típica diarrea africana…
está con la tensión por los suelos, así que del faro a la playa a echarse una
siestuca para coger fuerzas.
Los de Blue Ilha nos dan un estupendo lunch que
preparan allí mismo a base atún asado, arroz de coco y ensaladas, además de
todo tipo de bebida fría y un aperitivo de de dátiles y anacardos. Después de
la suculenta comida, nos damos un paseo por la playa, pero no apetece nada bañarse
porque hay un oleaje tremendo.
A las tres cogemos el barco de vuelta a Ilha. Esta
vez el viaje es muy tranquilo porque volvemos a entrar en el mar calmo de entre
las dos islas y el viento nos empuja con fuerza hacia nuestro destino!
Es una pena que el día no haya acompañado mucho
porque se veían muchísimas ballenas a lo lejos y es un lugar maravilloso para
observarlas, además el barco es precioso y el lugar donde se para a comer
paradisíaco…
Llegamos a la isla sobre las cuatro, nos duchamos
descansamos y vamos en búsqueda de un lugar con wifi para hacer gestiones del
viaje, es complicado lo del wifi en esta isla!! Los bares no tienen y el del
hotel no funciona! Por fin nos metemos en un hotel de los más caros: Feitoria,
y allí preguntamos si tienen wifi y de paso si se puede cenar…. Buf…. Menos
mal, aquí si!! Por cierto, el hotel por dentro: espectacular! No hemos
conseguido encontrar lo que vale la habitación, pero sorprende muchísimo ese
lujo en medio de la isla. Allí pasamos unas cuantas horas intentando gestionar
transportes y vuelos… es complicado esto de organizar el viaje por libre en
este país, casi nada está informatizado y lo que lo está, funciona solo
regular… como la web de las Líneas aéreas Mozambiqueñas, que nos vuelve locas
todo el día!
Como Gemma está fastidiada de tripas y espalda,
decidimos bajar en avión hasta Beira. La opción del transporte público desde
Ilha son unas 40 horas con una breve parada para dormir donde el conductor esté
cansado, así que acabamos desechándola. Nos iremos en transporte privado a
Nampula por 4500 Mz y el vuelo de Nampula a Beira nos cuesta 11.000 cada una.
Para bajar de Beira a Inhanssoro lo haremos en “machibombo” (bus), que sale a
las 4 de Beira (salen todos a esta hora) y llega a Inhanssoro no se sabe
cuando… Pero nos resulta imposible conseguir billete por adelantado, ninguna
compañía de buses tiene información online, así que nos la jugaremos sobre la
marcha… veremos.
También nos planteamos ir a ver el Parque Nacional
de Gorongosa, que está cerca de Beira, porque varios viajeros nos han hablado
bien de él, paisaje bonito y cada vez más animales. Fue un parque pobladísimo
de animales en el pasado, pero en la guerra civil se los cargaron a casi todos.
Ahora lo están repoblando con, al parecer, bastante éxito, al menos con los
herbívoros; de los carnívoros solo tienen leones. Intentamos de diversas
maneras buscar acceso al parque pero nos resulta imposible organizarlo en un día.
Desde el año 2017 ya no dejan hacer game drives en vehículo propio, pero
tampoco hay forma fácil de acceder al parque, más que con machibombos y chapas.
Luego el alojamiento lo tiene monopolizado una compañía portuguesa y el
bungalow más barato cuesta 150$!! Se puede hacer acampada, pero tienes que
llevar todos los bártulos y la comida desde fuera porque dentro no hay tiendas.
Vemos que te ofrecen dos tiendas montadas para alojarte, pero a 70$ la noche,
estamos locos?? Además de eso hay que pagar los game drives y la entrada al
parque… pasando.
Así que seguimos con los planes originales y nos
vamos a Inhanssoro, Bazaruto, Vilankulo y Tofo antes de acabar el viaje en
Maputo.
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